sábado, 20 de diciembre de 2014

Split, el capricho de un viejo emperador (Viaje por los Balcanes III)

En la mañana del 1ro de mayo del año 305, en una colina en las afueras de Nicomedia, Diocleciano, con lágrimas en los ojos, se apresta a dirigirse a la multitud. En el mismo sitio en el que había sido coronado, por primera vez en la historia un Emperador Romano anuncia su decisión de abdicar. Luego de gobernar el mundo mediterráneo por más de 20 años y de realizar una reforma administrativa que demoraría en un siglo la caída del Imperio, Diocleciano decide retirarse pacíficamente al Palacio que él mismo había mandado a construir sobre la costa adriática, en una pequeña ex colonia griega a pocas millas de Salonia, su ciudad de nacimiento.


     

En la actualidad la “casa de retiro” de Diocleciano es el Palacio mejor conservado de la era Romana y demarca el centro histórico de la esplendida ciudad turística de Split, en Croacia. Su plano original (190 x 160 metros) combinaba las características de una “villa” romana y una guarnición militar y contenía un patio monumental llamado Peristilo, con templos paganos y esfinges del antiguo Egipto.

         

En el siglo 7 los pobladores de las cercanías utilizaron el Palacio como refugio defensivo contra los invasores eslavos. El mausoleo de Diocleciano se transformó en la Catedral de Santo Domingo y los aposentos imperiales fueron reformados para dar alojamiento a los recién llegados. La historia siguió penetrando en la arquitectura palaciega durante la edad media y el renacimiento, hasta que el escocés Robert Adam la redescubriera en el siglo 18 y se inspirara en ella para sentar las bases del estilo neoclásico inglés.

       

En la actualidad Split se nos aparece como una espléndida metáfora de la civilización occidental. Los muros exteriores ya no limitan con la campaña sino con un elegante barrio veneciano, algunas mansiones barrocas y varios edificios desangelados del siglo 20. Durante el Festival de Verano el Peristilo recibe grupos de músicos y espectáculos de danza contemporánea. Las enormes salas subterráneas, repletas de escombros durante siglos, albergan hoy un mercado para turistas globalizados.


      


En esta mágica ciudad nada permanece en su estado original, nada desaparece del todo. Cada nuevo edificio recrea y se apoya en los anteriores. Cada período logra resistir el afán revolucionario del siguiente, y en cada esquina es posible adivinar el esplendor Romano permeando por entre las grietas de una casa burguesa o la sucursal de una marca de ropa de moda.

              
Split es también la puerta de entrada a un sinnúmero de excursiones, lanchas y ferries que nos llevarán a las idílicas islas del Adríatico. Entonces, a la hora del crepúsculo, cuando el barco ya se aleja del muelle, si agudizamos la vista y el alma podremos descubrir la gentil silueta de un viejo emperador que, con la lentitud de los años, sigue cultivando su huerto. Nostálgico de las glorias pasadas. Satisfecho, porque aún después de retirarse, ha logrado fundar una ciudad única que lo hará inmortal.
      
                                 

                                                  



Hrvatski tekst

Split - hir jednog cara

Ujutro, 1. svibnja 305. godine, na brdašcu u okolici Nikomedije, Dioklecijan se sa suzama u očima priprema za obraćanje mnoštvu ljudi. Na istome mjestu na kojemu je bio okrunjen, po prvi puta u povijesti, jedan rimski car objavljuje svoju odluku o abdiciranju. Nakon što je vladao sredozemnim svijetom više od 20 godina i nakon što je proveo administrativnu reformu kojom bi se odgodila propast carstva za jedno stoljeće, Dioklecijan je odlučio mirno se povući u palaču koju je sam dao sagraditi na obalama jadranske obale, u jednoj maloj bivšoj grčkoj koloniji, nekoliko milja od Salone, svog rodnog grada.

U sadašnjosti, Dioklecijanova "kuća za odmor" najbolje je uščuvana palača rimskog razdoblja i određuje povijesni centar krasnoga turističkoga grada Splita u Hrvatskoj. Njegov izvorni tlocrt (190 x 160 metara) kombinira svojstva rimske vile i vojarne te je u sebi imala veličanstveno dvorište imena Peristil, s poganim hramovima i sfingama iz starog Egipta.

U 7. stoljeću okolni stanovnici koristili su palaču kao obrambeno utočište protiv slavenskih osvajača. Dioklecijanov mauzolej pretvoren je u katedralu svetog Dujma a carske odaje reformirane su kako bi mogle primiti nove stanovnike. Povijest je i dalje utjecala na strukturu palače tijekom srednjeg vijeka i renesanse, sve dok je u 18. stoljeću nije nanovo otkrio Škot Robert Adam i koristio je kao inspiraciju za uspostavljanje temelja engleskog neoklasičnog stila.

Danas je pojava grada Splita savršena metafora zapadne civilizacije. Zidine više nisu okružene ruralnim dijelovima, već elegantnim venecijanskim kvartom, s nekoliko baroknih vila i neprivlačnim zgradama 20. stoljeća. Tijekom Ljetnog festivala Peristil ugošćuje glazbene grupe i plesne skupine suvremenih plesova. U ogromnim podzemnim dvoranama koje su se stoljećima punile šutom danas se nalaze dućani za globalizirane turiste.

U ovom magičnom gradu ništa nije u svom izvornom obliku i ništa ne nestaje potpuno. Svaka nova zgrada odražava i naslanja se na prethodne. Svako razdoblje uspijeva se oduprijeti revolucionarnoj prirodi nadolazećeg, a u svakom uglu može se razabrati rimski sjaj vijugajući između raspuklina neke građanske kuće ili trgovine poznate modne marke.

Split također možemo smatrati ulaznim vratima na nebrojene izlete gliserima i trajektima kojima se može doprijeti na idilične jadranske otoke. Tada, kada se u sumrak brod udaljava od mola, ako zaoštrimo pogled i dušu, možemo vidjeti galantnu siluetu staroga cara koji, polaganim protekom godina, i dalje uzgaja svoj vrt. Nostalgičan za minulom slavom, ali zadovoljan jer je nakon povlačenja uspio osnovati jedinstveni grad koji će ga ovjekovječiti.    





















domingo, 12 de octubre de 2014

Los mensajes de las estatuas

¿Quién se atrevería a juzgar a un Arcángel? Sin embargo la reciente y sobria inauguración del Memorial de la Ocupación de Budapest por el nazismo fue precedida de una serie de discusiones que no termina de disiparse. Ciertas voces críticas sostuvieron que la imagen de  San Gabriel –sufriente, pasivo, indefenso- atacado por un águila rapaz no refleja adecuadamente el rol de Hungría en la Segunda Guerra Mundial.
 
                     
                         Franz Liszt

Memorial Ocupación













Conocerás al árbol por sus frutos, y a las personas por sus familias. A las sociedades se las conoce a través de sus fiestas y de sus esculturas. Aquéllas son sus madres, y éstas son sus hijas. Budapest es pródiga en estatuas que nos ayudan a comprender sus latidos, sus sueños, sus pesares….

Plaza de los Héroes

Desde luego, no todas las esculturas son iguales. Las creadas hasta mediados del siglo 20 son altivas, graves, ceremoniosas, como los jefes de las siete tribus fundadoras en la Plaza de los Héroes. Mármol y bronce distante que no nos invita a entablar una conversación afectuosa y amena. “De eso se trata el neoclasicismo”, podrán decirme ustedes. Pero no, hay algo más.

                        
                         La Fuente de Matías
Anonymus













El halconero de “La Fuente de Matías” adopta una actitud engreída que no se corresponde con su rango y la pose de “Anonymus” (en Városliget) no denota la vocación comunicativa que  caracteriza a los buenos historiadores. Coincidentemente, ambos se refugian y se apartan en una capucha que revela un misterio impostado, más perturbador que sugestivo, y tal vez carente de un auténtico secreto. Cuando interrumpen su abulia, como el Monje János Kapiztrán, lo hacen con gestos ampulosos y exagerados que concitan menos atención que ganas de cruzar de vereda. Todos muy respetables, pero ¿Quién se acercaría a invitarlos a tomar un café?


                      
                       János Kapistrán

Lenin

Los años de la ocupación soviética trajeron tiranos, íconos y amigos del régimen que hoy mascullan la amargura del destierro, reunidos y encerrados en un predio al aire libre a pocos minutos del centro (*). Aunque exilados, su ausencia no siempre pasa desapercibida.

              
                      
                                               Déryné
Policía en la calle Zrínyi













Afortunadamente la democracia le abrió las puertas a personajes más cordiales. La precursora fue la actriz “Déryné” (¡mujer y artista tenía que ser!) que irradia su luminosa simpatía desde la Plaza Krisztina. Signo de los nuevos tiempos, el Conde Sándor Károlyi y el compositor Imre Kálmán directamente nos dejan un espacio en sus asientos como invitándonos a conversar con ellos.

Conde Sándor Károlyi

Imre Kálmán

En tono más humorístico el robusto policía de la calle Zrínyi se aviene a posar con los turistas que visitan la Basílica y le acarician afectuosamente el abdomen. Pero la comedia no es una condición para concretar el necesario encuentro. Así lo sugiere el poeta Miklós Radnóti, que nos espera enfermizo y agobiado, quizás para compartir con nosotros uno de esos poemas póstumos que escribió poco antes de exhalar un suspiro final, víctima de los trabajos forzados en la última gran guerra.

Miklós Radnóti 


Con urbana sencillez Imre Nagy mantiene la mirada fija en el Parlamento y observa con atención la evolución de la república que él intentó fundar en 1956. Lo hace desde un modesto puente que quizás logre unir un día el alma de todos los personajes esculpidos en la ciudad.

     
                         
                                     Imre Nagy
Imre Nagy (detalle)
  











Angeles grises, guerreros de pedestal, comunistas nostálgicos y artistas bohemios de rostro amable. Entre ellos, más cerca de uno o de otro, pasamos nuestros días los habitantes de Budapest.  ¿Cuál de ellos representa más acertadamente nuestro futuro?

Tenemos derecho a la esperanza. Seguramente el Teniente Columbo, dubitativo y cordial como siempre en su esquina de la calle Falk nos dará la clave para descifrar el enigma.


jueves, 21 de agosto de 2014

Köszeg, el pueblo que detuvo a un imperio

En 1532, el Imperio Turco se encuentra en su apogeo.  Controla el Mediterráneo oriental. Asia menor, los Balcanes y Rodas  ya le pertenecen.  Una presa aún mayor se encuentra al alcance de su mano. A principios de agosto Solimán el Magnífico avanza por las llanuras de Hungría encadenando un éxito tras otro con la certeza de que esta vez Viena no se le podrá resistir. Ya aprendió la lección: debe llegar antes de que termine el verano para evitar que el clima y las lluvias de otoño vuelvan a jugarle una mala pasada como durante la amarga derrota de 1529. El Gran Sultán, el Supremo Legislador, tiene motivos para sonreír: encabeza un ejército de 120 mil hombres que se encuentra a tres o cuatro días de Viena. Desde allí, soñar con el resto de Europa no será descabellado. Entre él y la gloria sólo se interpone Köszeg, una pequeña e inofensiva fortaleza que no debería oponer mayor resistencia.

              

Köszeg, ciudad húngara situada a 3 Km de la frontera con Austria, hoy tiene 14.000 habitantes. En 1532 eran muchos menos. Un puñado de familias apenas protegidas por una guarnición de 700 hombres librada a su suerte por el Archiduque Fernando I quien, ante la inminente amenaza otomana, prefirió replegar su ejército.  La suerte parecía echada. Pero el destino tenía otros planes. Sin disponer de un solo cañón y contra toda lógica, el Jefe Militar de Köszeg el temerario  Capitán croata Miklós Jurisics ordenó resistir. Organizó una estrategia de defensa integral en la que hasta los ancianos, las mujeres y los niños tendrían un lugar junto  a los soldados. Sus hombres combatieron con fiereza y el pueblo no faltó a la cita.

              

Desde una loma enfrente de la ciudad –que aún hoy se divisa claramente desde la torre del castillo- Solimán y su Gran Visir Ibrahim Pashá contemplaban los acontecimientos sin poder dar crédito a lo que veían. 

              

 Durante 25 días uno de los mayores ejércitos del Siglo 16 sometió a la ciudad a un bombardeo inclemente.  Varias veces los muros parecieron ceder, pero la moral de los defensores permaneció intacta. Diecinueve intentos de asalto fueron repelidos por el coraje del pueblo. Cada día que pasaba era decisivo. A los Jenízaros, el cuerpo de elite del Sultán, se les había prometido que regresarían a casa antes de octubre.  Además, había trascendido que Carlos V en persona comandaba un ejército que estaba en camino para a socorrer a su hermano. Mientras tanto, el temido  otoño ya asomaba en el horizonte. 

              

Muy a su pesar, pero consciente de la situación, Solimán ordenó la retirada. Viena tendría motivos para no olvidarse nunca de Köszeg. El  30 de agosto a las 11.00 de la mañana, las últimas tropas turcas abandonaron el sitio.

                    

En la actualidad el fuerte de Köszeg está abierto al turismo. Un museo documenta con detalles los hechos históricos y algunas salas fueron acondicionadas para banquetes, y otras para juegos infantiles.

              

La ciudad luce además una de las plazas mejor conservadas del país y es un centro vitivinícola de prestigio: una vitrina del museo guarda un libro donde cada año (¡desde 1700!) se agrega una página con tres dibujos hechos a mano que ilustran y homenajean a las nuevas vides destinadas a la producción de buenos tintos.

              


Pero, claro,  en la vida de la ciudad nada se compara a las fiestas del 30 de agosto, cuando el pueblo entero vuelve ser protagonista en la representación de las jornadas de gloria: la victoria inolvidable que se celebra también cada día, cuando a las 11 de la mañana las campanas de la Iglesia repican a pleno para festejar que el ejército de Solimán el Magnífico no pudo con Köszeg. 

               










sábado, 10 de mayo de 2014

Normafa. Encantos y misterios del bosque

Para quien recorra las autopistas de Europa -rodeadas de señales, centros urbanos, antenas de la red digital y huertas profusamente subsidiadas- resultará difícil imaginar que hace sólo mil años las “ciudades europeas” eran –con la excepción de Bruges, Gent, Venecia y algunas pocas más- apenas pequeñas aldeas rodeadas de unos pocos campos sembrados. El resto, puro bosque.  Así como el Islam era un conjunto de oasis en medio del desierto, la Cristiandad crecía por entonces como un mundo de claros en medio del bosque.




El bosque, agreste y salvaje, era la fuente de alimentos de los marginados, y también de muchos campesinos cuando las cosechas no eran abundantes o cuando los señores del lugar no eran lo suficientemente caritativos. La naturaleza seguía allí, generosa y pronta a ser rapiñada, como en los orígenes de la humanidad. El bosque era también tierra de peligros para viajeros y peregrinos, y origen de todas las fantasías. Osos, lobos, caminos precarios sin señalizar y asaltantes acechaban a quienes viajaban de un pueblo a otro. El bosque, ajeno a la presencia protectora de castillos, abadías y catedrales, era el reino de lobisones, aquelarres y seres fantásticos que poblaban la imaginación profana de nuestros ancestros medievales.





En la actualidad es todo un privilegio poder vivir en ciudades como Budapest (particularmente Buda) en cuyas inmediaciones el bosque aún pervive. A menos de un kilómetro de nuestra casa se encuentra el bosque de “Normafa” (“Arbol de Norma”, así llamado desde que un grupo de actores representó junto a uno de sus árboles una versión de la famosa ópera de Bellini).
En primavera y verano Normafa  parece un parque ecológico urbano lleno de familias, ciclistas y aficionados al jogging. Casi un Disney World de Greenpeace. En los meses de otoño, en cambio, adquiere un aire taciturno y acoge a paseantes más reflexivos y lectores mejor abrigados.









Pero es en invierno cuando la nieve y las sombras logran diluir mágicamente las distancias que nos separan de la Edad Media, y Normafa se transforma en un verdadero bosque, lleno de misterios ocultos y peligros imaginados. Hasta allí, provistos de una modesta vianda, solemos aventurarnos con Fabrizio para conversar entre los árboles congelados, revolcarnos en el hielo y jugar a perder el camino de regreso cuando ya anochece.  Entonces, rodeados de los inquietantes sonidos del silencio, nos dejamos guiar por alguna luz lejana y el aroma de una ansiada taza de chocolate caliente que nos espera junto al hogar. 


domingo, 6 de abril de 2014

Víctor Vasarely. El arte democrático.

Durante la mayor parte de la historia de Occidente las pinturas fueron obras únicas, inmóviles  y eternas. La religión, la monarquía, la geometría euclidiana o la razón pura encontraron su mejor reflejo en obras perennes, autónomas y perfectas que reflejaban coherentemente sistemas de valores o formas de pensamiento que no dejaban resquicios. Al individuo al que no se le pedía opinión sobre el sentido de su vida, sobre la confluencia de las líneas de perspectiva ni sobre el nombre de su próximo monarca, tampoco se le daba lugar en el proceso de creación artística. El cuadro era sólo uno y estaba allí para ser admirado, bajo la luz o la penumbra, independientemente de que alguien lo observase o no. El artista no se confundía con el artesano ni con el científico. Sus creaciones eran obras completas en sí mismas y el espectador era contingente.

                      

Pero en algún momento necesariamente impreciso de la historia de nuestra civilización todo lo sólido comenzó a desvanecerse en el aire. Los crímenes de ayer se transformaron en actos legales y simpáticos. Con la facilidad con que cambiaban los canales de sus televisores, a la gente se le permitió elegir príncipes, cónyuges, dioses, profesiones, nombres y sexo; y también alternarlos a lo largo de sus vidas. Aquel mundo ordenado, de normas claras e indiscutibles, había terminado para siempre. Un mundo nuevo requería un nuevo arte. Un húngaro genial sería uno de los encargados de develarlo.

                         
Víctor Vasarely nació en Pécs en 1906. Durante tres años cursó medicina en la Universidad Eötvös Loránd pero en 1927 abandonó sus estudios para poder profundizar su formación artística. En 1930 se instaló definitivamente en París.

                     

A partir de 1954 comenzó a crear sus grandes obras maestras. Para llegar a ellas Vasarely, luego de derribar las barreras establecidas entre ciencia, plástica y artesanía, arremetió contra la distancia que separaba al creador del admirador. A partir de formas geométricas y simples pintó cuadros fáciles de reproducir para su mayor difusión entre personas no especializadas.


Sus obras ópticas desafían al público que se pregunta cuál es exactamente la forma que penetra en sus retinas. Un desplazamiento hacia un lado o un simple parpadeo modifica la percepción del espectador obligado a elegir entre distintas representaciones espaciales alternativas. Su mente descubre diferentes soluciones posibles frente a un mismo estímulo y toma consciencia del universo oscilante en el que vive. La sensación ya no es un medio para evocar a un santo, una batalla, un quinteto de mujeres en Avignon o un cuadrado, sino la protagonista absoluta del hecho artístico. La obra de arte no existe sino en tanto generadora de sensaciones en un admirador anónimo devenido en participante necesario de la creación plástica. El espectador no es un tercero exterior que observa sino el socio del artista y el gran tema de la obra. Una obra única y personal que existirá solamente durante el lapso en que su mirada se detenga sobre el lienzo. En ese precioso momento podría descubrir un tesoro que mejorará su vida para siempre. Tal la esperanza del artista.

                          

Victor Vasarely murió en Francia en 1997. Dos de sus mejores muestras permanentes se encuentran en los Museos Vasarely de Pécs y de Budapest  Sólo cuando el lector los visite estas líneas adquirirán pleno sentido. Y la obra de Viktor Vasarely estará terminada.

                              

Museo Vasarely de Pécs http://www.jpm.hu/index.php?m=1&s=2&id=89
Museo Vasarely de Budapest http://www.vasarely.hu/